Ahogamiento de fauna silvestre en tanques australianos: Cómo evitarlo y ahorrarse un dolor de cabeza
Una combinación de espíritu conservacionista y la necesidad de producir con eficiencia, impulsaron a los administradores del establecimiento “Isleta Linda”, en el noroeste santafesino, a adoptar soluciones prácticas para evitar el ahogamiento de la fauna silvestre en los estanques que suministran bebida para la hacienda. Principalmente, implementaron distintos modelos de rampas que permiten el acceso seguro al agua para aves, mamíferos e incluso reptiles, pero también una vía de escape cuando caen dentro.
“Hace algunos años encontré un aguará guazú muerto en un tanque australiano y fue un dolor en el alma por no haberlo podido salvar”, contó el médico veterinario Said Asan, uno de los propietarios del campo.
De los primeros en inscribirse en la provincia de Santa Fe como Reserva Privada de Usos Múltiples (RPUM), el establecimiento cuenta con 22.000 hectáreas en San Bernardo, departamento 9 de Julio, donde practican agricultura y ganadería, con una marcada impronta conservacionista. Allí aplican técnicas regenerativas, como la ganadería silvopastoril o el pastoreo rotativo, además de la cosecha de agua en grandes represas, desde donde se abastecen unos 15 tanques australianos sobreelevados que distribuyen la bebida por pendiente hacia los potreros.
Estas grandes cisternas a cielo abierto suelen ser una trampa mortal para la fauna silvestre, especialmente en época de sequía o estación seca, cuando los animales no encuentran bebida en los bajos naturales. “Ahí es cuando tenemos las mayores probabilidades de tener percances”, afirmó el productor.
Además de la pérdida de biodiversidad que significa, la descomposición de cada animal que muere dentro perjudica la calidad del agua, afectando la producción ganadera. Incluso si se detecta a tiempo, rescatarlo -sobre todo si es una especie de grandes dimensiones- puede significar una pérdida de tiempo en la rutina de trabajo.
Formatos variables
“Me he pasado horas alrededor de un bebedero, queriendo sacar una víbora que se metió y que sabía que sola no iba a podía salir”, relató Asan. Y agregó: “hemos tenido que vaciar tanques australianos para sacar un yacaré”. Esta operación puede durar dos días, a lo que debe sumarse que luego se requieren dos o tres personas intentando durante un rato enlazar al animal para sacarlo vivo. “¡Y nos ha pasado de sacar el mismo yacaré dos veces del mismo tanque!”. Frente a esto, razonó: “no podemos vivir sacando animales de adentro o correr el riesgo de que se mueran”.
Por estos motivos, el joven productor prestó especial atención durante una charla del biólogo Diego Gallego García en una escuela de la zona. Como integrante del Centro para el Estudio y Conservación de las Aves Rapaces en Argentina (Cecara), el investigador mencionó, entre otras acciones para la conservación del Águila Coronada (declarada por Ley como Monumento Natural de Santa Fe), la utilización de rampas de muy fácil construcción. Como puede verse en un tutorial disponible en Youtube, sólo bastaba tomar una malla metálica y hacerle unos dobleces; atarla de un extremo al borde del estanque y en el otro colocar un bidón plástico como flotador. “Entonces sube o baja, según el nivel del agua, y los animales se trepan hasta que una persona lo pueda sacar o salgan ellos por sus propios medios”, detalló Asan.
Desde entonces, cada tanque del campo tiene una. Pero en distintos formatos, según los recursos disponibles: con un pallet en lugar de malla; o con dos bidones; atadas con sogas o alambres; o de reja, a su vez combinada con tejido de alambre para que tenga dos medidas o “calibres” y sirva tanto a pequeños animales como a los grandes. “Vamos cambiando y viendo cual es la mejor”, dijo. Mientras tanto, estimó que la de malla es buena para pájaros y pequeños reptiles.
Entre las especies salvadas de ahogarse gracias a este sistema, mencionó yacarés de hasta un metro y medio; un ternero, que si bien no logró salir por sí mismo pudo mantenerse a flote aferrado al dispositivo; carpinchos; y aves de todo tipo, como perdices, patos pichones y águilas.
Al poco tiempo de colocar una, Said registró una cría de yacaré usando la rampa para salir del tanque. Resulta, contó, que las madres tienen los pichones en la represa, pero “los meten en la boca y los llevan para el tanque porque sienten que es un lugar más seguro”. En la represa, explicó, tienen más riesgo de que los coman otros yacarés o alguna cigüeña.
Otras ideas y beneficios
Además de las rampas, en “Isleta Linda” implementaron otro método para disminuir el riesgo de ahogamiento de animales. Se trata, ni más ni menos, que de mantener el tanque lleno con el nivel del agua lo más cerca del borde para facilitar el escape de un animal que cayó dentro. Esto se logra con un “retorno”, para que el agua vuelva hacia el reservorio antes de rebalsar, y un bombeo permanente. “En la parte superior del tanque se hace un agujero con una mecha copa de 2 pulgadas o de pulgada y media; eso hace que cuando el tanque se llena por rebalse retorne el agua al pozo o la represa”, precisó.
No sólo es un beneficio para los animales, sino que también le simplifica el trabajo al productor, que no precisa estar atento al nivel del agua del tanque para ir a cerrar el molino o apagar la bomba solar. Incluso es beneficioso para el mantenimiento de la infraestructura: “al molino le hace bien estar siempre funcionando, sufre más desgaste por no uso que por uso, igual que la bomba”.
Incluso este mecanismo beneficia a la calidad de agua, ya que el retorno genera movimiento y oxigenación, tanto en la represa como en el tanque. Y si hubiera un animal muerto en descomposición, con el agua estancada la putrefacción se aceleraría.
Otro detalle, para brindar seguridad a los animales, es no llevar el talud de tierra circundante al tanque (terraplenado, en la jerga) hasta el borde. “En los tanques nuevos, lo estamos dejando a un metro del borde, a esa altura no tengo riesgo de que un zorrino ingrese a tomar agua”, concluyó.