Repaso de un día histórico: A 28 años de la visita de Menem a Villa Minetti

Por Francisco Terré

“Carlos, ¿habrá dinero en tu Ministerio para darle una mano a esta gente?”. La pregunta despertó risas, sorpresa y entusiasmo; la respuesta llegó en cuestión de segundos. Era el puntapié para inicio de una obra trascendental. La primera piedra, el comienzo. Había que aprovechar el momento único e irrepetible, el de la visita de un presidente de la Nación a Villa Minetti. Un hito histórico con cuatro Carlos, en colectivo, en el noroeste de la provincia de Santa Fe.

Corrían los primeros años de la década del 90’, y Carlos Saúl Menem transitaba su primera presidencia de Argentina, ya pensando en la reelección de 1995 donde renovaría mandato hasta 1999. La década del “riojano” al frente del país bajo el signo del neoliberalismo.

Por ese entonces, eran habituales en su rol las visitas al interior argentino donde, emulando la figura de “caudillo” que le permitió llegar a gobernar, acostumbraba a mezclarse entre la gente. Actitud de la que supo sacar rédito como pocos y así cosechar popularidad.

En esta ocasión el destino elegido fue el noroeste santafesino, a unos 400 kilómetros de distancia de la ciudad de Santa Fe, capital provincial. El motivo: la inauguración del tramo de ruta nacional 95 recientemente asfaltado entre el acceso a Pozo Borrado y la ruta provincial 32 a la altura de San Bernardo. Mientras, desde ahí hacia el norte Vialidad Nacional continuaba la obra.



“Unos días antes, desde Gobernación informaron a la Comuna que vendría el presidente de la Nación. Inmediatamente nos reunimos un pequeño grupo con la decisión de aprovechar la visita y pedirle que nos pavimente la ruta 292s, en el tramo de acceso al pueblo desde la 95 hasta la pista de aviones, que era de tierra”, recuerda Carlos Riva, entonces presidente comunal de Villa Minetti (1991-1997).

El pedido tenía sobrados fundamentos, pues se trataba de una obra indispensable para los habitantes de la localidad. Aislamiento, falta de conectividad, imposibilidad de transitar en días de lluvias, algunas de las dificultades que resultaba necesario empezar a dejar atrás para el despegue que consolidaría el crecimiento de una comunidad inmersa en una región con enorme potencial productivo.

Los días y las horas previas a la llegada de primer mandatario nacional eran intensas. La tranquilidad habitual del pequeño pueblo -que por ese entonces rondaría los cinco mil habitantes- se veía alterada por el inminente evento, único en su historia. Los llamados telefónicos entre la Comuna y la Casa de Gobierno de Santa Fe eran constantes tratando de que todo salga de la mejor manera.



Momentos previos

Un rotundo “No” fue la primera diferencia entre dirigentes. Un enojo o cortocircuito. Que con el paso del tiempo terminaría siendo una anécdota, pero que desnuda actitudes y formas de ser.

Surgió cuando a las autoridades provinciales se les hizo saber de la solicitud que Villa Minetti plantearía al presidente de la Nación. La contundente negativa fue del entonces gobernador Carlos Reutemann, fiel a su estilo, aduciendo que no era “el momento” ni “el lugar” para el pedido, dejando en claro que, en todo caso, el derecho a pedir correspondía a Gobernación.

Pero la decisión estaba tomada: de alguna forma había que pedir la ruta de acceso pavimentada.

Días antes de la visita, la Seguridad presidencial arribó a la localidad para analizar el territorio y no dejar nada librado al azar por tratarse del primer mandatario del país. “¿En este lugar van a hacer el acto? Acá no hay gente, es un descampado”. Los agentes se preguntaban y respondían mirando el inhóspito sector donde se ubicaría el escenario.

Ceremonial y Protocolo de Nación también se presentó en la localidad para ultimar los detalles. Todo listo.



Llegó el día

16 de septiembre de 1993. Hora 15:55. “Fuimos a esperarlo a la pista porque llegó en el avión presidencial. Bajó y saludó a todos los que estábamos ahí”, rememora Carlos Riva mientras observa fotos de ese histórico día, imágenes impresas que refrescan la memoria y traen al presente actitudes y anécdotas del entonces presidente de la Nación, un personaje “muy carismático, muy rápido, y que no le prestaba mucha atención a la custodia que lo acompañaba”.

La tarde era de enorme expectativa. Y de mucho calor. No solo en los habitantes de la comunidad sino también de la región, que en su mayoría esperaban ansiosos desde temprano al pie del escenario ubicado en el cruce de las rutas 95 y la 32.

Para recorrer los pocos kilómetros que separan la pista de aviones del punto central del evento se había preparado un colectivo que trasladó a las autoridades. Fue en ese pequeño espacio y en unos pocos instantes donde se decidió el “Si” a la obra que terminaría siendo trascendental para la localidad. Un breve momento, en un escenario inesperado.

El presidente comunal de ese momento lo recuerda como si fuera hoy: “en el viaje íbamos parados, casi en las escalinatas del colectivo, el presidente Menem, el gobernador Reutemann, algunas personas más y yo. En un momento salió la conversación sobre el tema y aproveché la oportunidad. Primero le agradecí el tramo pavimentado de la 95 que se inauguraba, pero diciéndole que pese a eso nuestro pueblo seguía aislado porque nos faltaba el acceso”.

“Fue ahí -continúa- que Menem empezó a recordar que a ellos en Anillaco, su pueblo de la provincia de La Rioja, les había pasado algo similar, y que todo cambió cuando tuvieron un acceso pavimentado”.



Era la oportunidad de lanzarse: “Ya que tiene un acto, presidente, ¿por qué no aprovecha y nos anuncia esta obra para nosotros?”. La pregunta clara y directa fue de Carlos a Carlos, de Riva a Menem. El silencio se apoderó de la escena. Hubo miradas cruzadas. Y la actitud más notable fue la de Reutemann, enmudecido.

Apenas unos instantes le bastaron al presidente de la Nación para analizar la pregunta y encontrar la respuesta conveniente, que entusiasmado adelantó con una sonriente expresión. Dio media vuelta, miró a su ministro del Interior y consultó: “Carlos, ¿habrá dinero en tu Ministerio para darle una mano a esta gente?”.

El Carlos receptor era Ruckauf, su ministro del Interior, ubicado metros más atrás, sentado en uno de los asientos del colectivo, donde descansaba por una reciente intervención quirúrgica. Solo atinó a esbozar una sonrisa como respuesta, sabiendo que la decisión de Menem ya estaba tomada: iba a anunciar el acceso de pavimento desde la ruta 95 a la localidad de Villa Minetti.

“Cuando llegamos al lugar del acto y vimos la cantidad de gente que había, al presidente le generó más entusiasmo y se lo veía muy contento”, señala el ex jefe comunal. Por eso los saludos, los abrazos y las fotos del primer mandatario nacional con la gente fueron una constante durante toda la jornada. Un auténtico caudillo entre el vitoreo de la muchedumbre. Un pez en el agua. El jugador del juego que mejor supo jugar.

“Recuerdo que su discurso de inauguración del tramo de la 95 se extendía, hablaba también de otros temas, pero no mencionaba lo del acceso al pueblo”. Parecía que todo quedaría en promesa previa. Una más de esas a las que acostumbran quienes profesan el arte de combinar las aspiraciones y las conveniencias, y que llaman política.

Pero al parecer esta vez, al menos, era diferente: “Lo había dejado para el último, donde por fin dijo que por pedido del presidente comunal iban a hacer el pavimento”.

Fue ese anuncio el que terminó de desatar la algarabía de los presentes, que no solo eran vecinos de Villa Minetti y localidades del departamento 9 de Julio, sino también de otros puntos de Santa Fe e incluso de las vecinas provincias de Chaco y Santiago del Estero.

Con la inauguración del tramo de la 95 y la promesa de hacer el acceso pavimentado al pueblo fue que Memem pasó por Villa Minetti, dejando como marca imborrable la primera y única visita de un presidente de la Nación a la localidad y la región.

Pasados los días y ya próxima la concreción de la obra, “llegó a la Comuna y a la Gobernación un radiograma del presidente diciendo que por cuestiones de agenda iba a ser imposible asistir a inauguración, pero indicaba que iba a estar todo listo en breve”. Y así fue.



“El momento”

La decisión de pedir por el acceso directamente al presidente de la Nación de alguna manera había tenido un asesoramiento previo, lo que ayudó a inclinar la balanza de forma definitiva y terminar de convencerse que “era el momento”: “Nos habíamos hecho muy ‘compinches’ con el director de Vialidad Nacional, que por ese entonces recorría muy seguido a la zona para seguir de cerca el avance de la obra de ruta nacional 95”, cuenta Carlos Riva.

“Es ahora o nunca, porque la empresa está acá”, recomendó entonces el funcionario al presidente de la Comuna.

La maquinaria vial se encontraba trabajando sobre la calzada nacional y, si bien pavimentar la 292 significaba involucrarse en una ruta provincial, era solo decisión política. Y en ese momento Nación, Provincia y Comuna tenían el mismo color.

Ese punto a favor hizo las cosas mucho más fáciles, y la concreción del acceso fue cuestión de días de trabajo. Y dinero, claro.

Pero tiempo después se supo que ese contexto favorable fue también el que motivó la repentina seriedad del gobernador Reutemann el día de la visita del presidente de la Nación a Villa Minetti. Así lo recuerda el entonces jefe comunal de la localidad: “Días antes de la finalización del mandato del gobernador, compartimos una reunión en Tostado a manera de despedida. Salió el tema del acceso, y fue ahí que él contó cuál había sido la decisión de la Nación para que se pueda hacer la obra: recortarle fondos de una obra que estaba haciéndose en la capital provincial y destinarlos a nosotros”.

Memoria

Es el 16 de septiembre de 1993 el día que queda marcado en la historia de Villa Minetti, con la primera y única visita de un presiente de la Nación. Pasaron 28 años de esa tarde, que tuvo el protagonismo de cuatro Carlos.

Menem y Reutemann se fueron este año. Ruckauf descansa en el retiro político. Y Riva disfruta en familia la tranquilidad del pueblo.

La ruta de acceso, por cierto, con sus innumerables beneficios, refuerza a diario el carácter de obra trascendental -de esas que hace años no se ven-. Por eso vale la pena hacer memoria y recordar su génesis, tan sincera como efectiva, y tan histórica como visionaria.

Fotos gentileza José Sánchez, Casa Pepito.

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