Carta de lector: “El agua de nadie”
Por Paulo Butarelli
El agua no es de nadie. No tiene patria, no tiene padres, no tiene dueños. El agua no es del peón, ni del estanciero, ni del político, ni del puntero, ni del comerciante, ni del empleado público, ni de la ama de casa, ni de los viejos, ni de los niños.
Y no es de nadie porque ahora sobra.
Pero como todas las cosas que cuando son mucho o poco son dañinas, termina siendo de todos.
Así se arremangaron los vecinos del olvidado norte de Santa Fe, y se hicieron dueños del agua que se escurre por todos los rincones, y que empuja los muros que del otro lado aguantan los brazos cansados pero nunca vencidos de hombres y mujeres.
Ahora que lo pienso, el agua no es de nadie, pero quizá sea del olvido de años y años, de la insensibilidad de los que debieran mirar el mar de agua y tristeza que azota éste norte.
Cuentan los viejos, y hasta yo lo cuento, ni joven ni viejo, que cada 4 o 5 años el agua no tiene dueño, ni límites, ni piedad…
Y también se cuenta que hay promesas tan viejas, que hasta algunas se las ha llevado el agua, de prevenir con obras el desastre del agua sin dueño.
Cuál si fuera el mar, el cielo se une al suelo, pero no hay nostalgia en los ojos que miran hacia el horizonte, hay dolor y tristeza, hay llanto y desolación.
Quizá el agua sea de los que nos prometieron y nunca cumplieron, pero están lejos, escuchan un murmullo pero no oyen las palabras.
Quedémonos dueños del agua, pero también hermanos y unidos, héroes de nosotros mismos, y el vecino nuestro héroe también, porque los salvadores jamás han llegado a éste norte, se habrán perdido en la inmensidad del agua de nadie, del agua de todos…