El viaje de Agustín, de Villa Minetti a Egipto

Por Francisco Terré 

Agustín Ardiles cada noche toma su bolso y después de una larga y agotadora jornada de trabajo se dirige a entrenar en el Salón de Usos Múltiples de Villa Minetti. El esfuerzo oculta el cansancio porque lo hace convencido de que es la única opción para llegar de la mejor manera al gran objetivo de su vida, a sus jóvenes y prometedores 23 años: el Mundial de Kikboxing que en octubre se desarrollará en El Cairo, Egipto.



Su presencia en la gran cita internacional de ese deporte está confirmada y, así, marcará un hito para la pequeña localidad del departamento 9 de Julio, representándola como parte de la delegación de alrededor de treinta argentinos que en nombre del país competirán en el primer nivel con deportistas de todo el mundo.

“Estoy muy tranquilo, disfrutando más que nunca. Preparándome muy bien porque por supuesto que uno quiere ganar, pero la idea también es disfrutar y hacer lo que nadie hizo”. Con esa síntesis, el propio Agustín explica sus sensaciones a menos de un mes del torneo.

La clasificación Mundial la logró allá por 2019 cuando ganó el Campeonato Sudamericano Kickboxing disputado en la ciudad chilena de Pucón. Él en categoría hasta 75 Kg. y su entrenador Daniel Schiel (49) en Senior, tuvieron una destacada actuación y se aseguraron un lugar en Egipto 2020, que como tantas otras cosas debió postergarse por la pandemia del Covid-19 y recientemente fue confirmado para 2021: del 18 al 24 de octubre.

En el medio, incertidumbre. Y también relajación. Según lo cuenta el propio protagonista: “La última pelea la hice en marzo de 2020, que es cuando vino la pandemia. A partir de ahí tuve muy poco ritmo. Primero el Mundial seguía programado para 2020, pero cerca de la fecha en que tenía que hacerse se postergó para 2021 y no nos dijeron nada más. Hasta que en junio de este año dieron la confirmación de que se hacía en octubre, y hubo que arrancar”.

Ese “arrancar” significó tomar la decisión de volver a entrenar después de más de un año, donde si bien hubo prácticas para mantenerse en actividad, nada de ello que parecía a un entrenamiento preparatorio para una competencia internacional.



Fue así que Agustín convocó a sus dos actuales entrenadores Fabián Andrada y Juan García, con quienes años atrás se inició en este deporte compartiendo academia en Villa Minetti. Ambos aceptaron el desafío de forma voluntaria y con sumo entusiasmo.

“Cuando arrancarnos, arrancamos mal. Para ser sinceros”, cuenta Fabián Andrada entre risas cómplices con el propio Agustín. Y amplía: “por un lado, no teníamos lugar y, por el otro, él estaba muy fuera de estado”. “Pero desde el día que empezamos, lo hicimos a full”, asegura.

Hace poco más de un mes consiguieron prestado el Salón de Usos Múltiples y desde allí cada noche, durante una hora y media, el entrenamiento es pleno y fruto de ello ya pueden verse los resultados: “salvo los domingos, que es el único día que le damos descanso, entrenamos todos los días sin parar. Lo que pensábamos lograr en un mes, lo logramos en dos semanas. De ahí empezamos a corregir y ya estamos en un periodo de afinación”, detalla el entrenador.

Fabián Andrada se encarga de la parte técnica y Juan García de lo físico, y al mismo tiempo los trabajos se combinan. “Es algo exclusivo y personalizado, porque estamos ciento por ciento abocados a él”.



Pero como si ello fuera poco, y como una verdadera escuela, también en casa hay que hacer tarea: “el entrenamiento tiene también una parte de teoría relacionada con los drills, que son los grupos o módulos de golpes, que Agustín estudia -la mayoría de las veces de madrugada- y después se lo tomamos. Este es un método único, que nos demandó investigación, y que por suerte está funcionando muy bien”, resalta Fabián.

También el joven reconoce como lo mejora y enriquece esta nueva forma de trabajo: “desde el primer momento me mentalicé que tenía que hacer esto y hoy me siento mucho mejor. Yo tenía una forma de pelear, y ahora lo hago muy diferente porque aplico todo esto nuevo. Siento que avanzo mucho más ordenado y sabiendo lo que hay que hacer”.

Juan García, Fabián Andrada y Agustín Ardiles.

Agustín viaja el 13 de octubre rumbo a El Cairo, y hasta el día 11 de ese mes tiene pensado continuar con los entrenamientos, ya en una fase de “pulido” absoluto para poder estar pleno en la competencia. “Por supuesto que me motiva mucho el Mundial, pero para mí también la incentivación son los dos entrenadores, por todo lo que hacen, muchas veces dedicándome más tiempo a mí que a su propia casa”, reconoce agradecido.

Con apenas 23 años, está a las puertas de vivir una experiencia única e inolvidable, la cual por un lado es posible gracias a su talento como deportista, pero también al enorme esfuerzo que significa poder estar en Egipto.

Esto último toma aún más valor cuando se sabe que la Federación Mundial y la Argentina de Kickboxing ofrecen a sus deportistas -la gran mayoría de ellos amateurs, como el caso de Agustín- la miserable única opción de que para poder estar en El Cairo deben costearse tanto el viaje como la estadía.



Lejos de ver eso como un escollo, afrontó el desafío con la rebeldía propia de su juventud y el objetivo firme de cumplir un sueño: “algo de dinero tenía ahorrado, pero empecé a trabajar en las campañas de maíz y soja y así pude juntar más para poder viajar”.

Así, en pocas palabras, Agustín resume el enorme esfuerzo de meses de trabajo para poder tener en mano el boleto de avión que lo llevará al destino tan deseado. Esfuerzo que, por cierto, desde un primer momento se combina con la preparación nocturna diaria con sus entrenadores, a la que, además, a menudo agrega bicicleta, trote, e incluso mirar videos sobre este deporte.

Su presente físico ayuda a entender mejor el compromiso y el esfuerzo: “cuando arranqué a entrenar pesaba 88 kilos. Con la preparación correspondiente y la dieta, bajé 10. Tengo que llegar a 75, y voy en un muy buen camino. Llego bien”.

Por todo eso, y por lo que significa tener un deportista representante de Villa Minetti en un torneo Mundial, quienes tengan la posibilidad de poder colaborar y dar una mano aportando su grano de arena para una mejor estadía del joven en Egipto, bienvenido sea. En definitiva, se trata de hacer más liviano el camino.

El esfuerzo de Agustín tiene también el fundamental e indispensable acompañamiento de su familia, que se refleja en orgullo y apoyo incondicional a cada decisión.

El joven descuenta los días para poder estar en ese lugar “donde nunca me imaginé” y por eso asegura sentirse “enfocado en disfrutar”.

En menos de un mes estará en Egipto, siendo parte de la delegación argentina -la tercera ranqueada a nivel mundial- y compitiendo en la categoría hasta 75 Kg. por el título del mundo de kikboxing con apenas 14 peleas amateurs contra competidores que en algunos casos tienen 70 profesionales. Además de ello, claro, disfrutando de las maravillas que ofrece un país tan rico en historia.



“Después de esto me encantaría seguir, conseguir algún título argentino, ya vamos a ver. Creo que se van a abrir muchas puertas”, se ilusiona pensando en el futuro, pero rápidamente vuelve al presente: “todo el tiempo que le pusimos a esto, se justifica. Vamos a dejar todo, porque creo que se puede dar el batacazo”.

Agustín termina el entrenamiento, toma sus elementos de trabajo y hace el camino inverso a casa. Es el fin de una jornada agotadora y hay que descansar porque mañana será más o menos similar, desde el comienzo del día a la noche. Y así sucesivamente hasta la gran cita deportiva mundial.

Mientras, quizás sin darse cuenta, es el pasajero en un viaje que ya comenzó y lo tiene como protagonista rumbo a El Cairo, con su bolso lleno de ilusiones. Y a Villa Minetti expectante y orgullosa, evidentes sensaciones en quien contempla un hijo que echa a volar.

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