Justicia en ayuda de justicia en época de pandemia

Por Mónica Álvez y Romina Scaglia, Juezas Comunitarias de las Pequeñas Causas de la provincia de Santa Fe.

 

Los vientos de la historia, llamada pandemia, unieron a dos mujeres juezas comunitarias trabajando en silencio y en aislamiento. El acercamiento en el pensamiento destruyó reglas, cruzó barreras y llevó la justicia a la gente, desorientada, atemorizada, desprotegida. Cada una en su lugar. Cada una con su gente. Cada una con sus historias. Cada una con sus problemas. Pero unidas y hermanadas como mujeres y juezas comprometidas con la paz social.

 

Nos unió a todos los estamentos sociales y todos los trabajadores, un virus que es democrático y no distingue colores, razas, temperaturas, lugares. Nos unió con una indivisibilidad que es indestructible, porque la conducta individual se traspasó a la sociedad, quien asume el rol de control de la conducta de cada individuo.

La justicia comunitaria, primer contacto del ciudadano, fue quien estableció una nueva forma de contacto con los justiciables, un contacto que se aparta de lo establecido para dar lugar a la creatividad de una forma justicia y de justiciable.

La interacción de las personas ha cambiado, la interacción de las personas y los objetos, la interacción del justiciable y la Justicia. Estamos en un cambio y debemos asumirlo, un cambio mundial.

Este fenómeno determina que nuestros pares recurran a la justicia comunitaria, encomendándonos la función de denunciar a las personas que no cumplen con la cuarentena. Pero, es la justicia comunitaria la que vela por el cumplimiento de una norma, que es excepcional, pero una excepción que fue real, y hoy es una regla. Esta función está teñida de temor, o de una prepotencia del ciudadano que se conecta con la justicia comunitaria, exigiendo respuesta inmediata a lo que aduce como cierto. El ciudadano que observa la localidad con silencio nocturno, en el día brillante, el ciudadano que observa el pueblo sin sus personajes habituales y queribles, el ciudadano que ante lo invisible se siente indefenso. Su protección fue y será la justicia comunitaria, porque fue visible en la pandemia.

Existieron aterradoras declaraciones de vecinos que no eran ciertas, existieron declaraciones colmadas de miedo, existieron declaraciones ciertas, que cumplían con las exigencias de la norma. Y fue la justicia comunitaria, con su labor, la que descubrió la verdad y calmó con palabras el terror que invadía la sociedad.

Es así, que en esta pandemia, cumplimos con las obligaciones impuestas, y en el desorden emocional la Red de Mujeres para la Justicia, fue activa protagonista en brindarnos elementos para enriquecer nuestra misión, y sostenernos emocionalmente.

La justicia comunitaria es la primera fila, conjuntamente con los agentes de la salud pública, quienes sin recursos, imprimen la mayor fuerza laboral.

Esta nueva forma de trabajo, estuvo acompañada de los medios tecnológicos. Denunciar a través del teléfono, informar por fax, trabajar desde nuestra casa, fueron los paradigmas de una nueva forma que debemos implementar para acelerar tiempos.

Mónica Álvez, Jueza de Villa Mineti, norte profundo de la provincia de Santa Fe.

 

Nos unieron las víctimas de violencia intrafamiliar. Mujeres, niñas, niños y niñes atrapados, vulnerados, oprimidos, algunos golpeados, otros insultados y muchos de ellos abusados y violados. Todos desprotegidos. Solos, no por el destino, sino por cuenta y obra exclusiva de sus agresores. Alejadas y alejados de sus familias. Alejadas y alejados de sus amigos y vecinos. Solos sin comida, sin trabajo, sin vivienda digna, sin posibilidades a la vista para escapar de la situación, y con mucha culpa de no poder.

La pandemia y el miedo no nos detuvieron. Se reforzaron las redes, se intensificó el abordaje interdisciplinario, se activaron teléfonos de guardia y se establecieron protocolos. Se trabajó codo a codo con las áreas de género y niñez del municipio y la autoridad policial para estar cerca de ellas y ellos. Mucho más cerca.

Ellos no llegaron solos al juzgado, como de costumbre, nosotros nos acercamos. Se dispusieron medidas de protección judicial pedidas por teléfono y evaluadas por los distintos efectores de la ciudad. Se recibieron informes por correo electrónico, sin importar la firma digital, nos comunicamos por WhatsApp a toda hora para intercambiar opiniones, decidir estrategias, realizar acompañamiento de las mujeres y las familias. Nos sentimos todos en la misma red, juntos, cerca, valorados y apoyados en nuestro trabajo diario a pesar de la distancia.

La pandemia es y será una prueba dura para todos. Para saber si estamos comprometidos con lo que hacemos, si somos camino o barrera para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer. Si estamos a la altura de lo que decimos, si somos ACCESO A LA JUSTICIA de las mujeres víctimas de violencia intrafamiliar y de las niñas, niños, niñes y adolescentes víctimas de maltrato infantil y de toda clase de abusos y vulneración de derechos.

Debemos replantearnos HOY Y SIEMPRE nuestro trabajo diario y ponernos en la piel de aquellas mujeres, niñas, niños y niñes que esperan el momento propicio para escapar de su prisión o de aquellos que tiemblan cada vez que suena a la puerta un golpe fuerte del hombre, pareja o padre, o del familiar, que los atemoriza.

No están solas las mujeres, niñas, niños, niñes y adolescentes, estamos nosotros. Y no estamos solos nosotros para darles protección, está toda la red de la comunidad construida con mucho esfuerzo y compromiso.

Solos ellos no pueden, solos nosotros no podemos. Nos necesitamos juntos y mucho más en épocas de aislamiento social y de crisis.

Romina Scaglia, Jueza de Granadero Baigorria, sur de la Provincia de Santa Fe.

Deja una respuesta