Semana Santa en cuarentena: Entre la distancia, las redes sociales y la fe en que “todo terminará bien”

La cámara se enciende y la primera imagen es Cristo en la Cruz. La escena se repite a diario, mañana y tarde, como un verdadero acto religioso, que cobra más significado en Semana Santa para los católicos. Son tiempos de una pandemia que altera al planeta en su ritmo habitual y en gran medida traslada las actividades al mundo virtual, ese que tiene su base en Internet y hoy por hoy es herramienta indispensable para achicar distancias entre personas. Aún en la lejanía y pantalla de por medio, la fe permanece intacta.

Gustavo Giorgis.

“Vivimos este tiempo de cuarentena, un poco perplejos, como todo el mundo”, resume el sacerdote Gustavo Giorgis, responsable de la Parroquia Santa Juana Francisca de Chantal de Villa Minetti, que junto al padre David Retamoso utilizan cada día las redes sociales para llevar a los fieles la palabra de Dios.

“Es muy raro, porque nuestra Parroquia es muy extensa y pasamos mucho tiempo yendo y viniendo de un lugar a otro, acompañando a las comunidades estando en los lugares. Es por eso que esto fue un desafío para nuestro activismo y para ver cómo podíamos acompañar a la distancia”, agrega.

El trabajo de los sacerdotes no solo se circunscribe a Villa Minetti, sino al resto del centro norte del departamento 9 de Julio, lo que los obliga a recorrer kilómetros para llegar a cada sitio. Hoy la cuarentena impone distancia, pero la vocación los mantiene presentes.

Facebook, Instagram, WhatsApp, son las prinicpales herramientas virtuales elegidas para acompañar a los fieles en sus casas.

“La misa, adoración al Santísimo, Vía Crucis, Meditación de la Palabra, y hasta un día hicimos un retiro espiritual. Nosotros dábamos unas charlas y las personas rezaban en sus casas”, cuenta el padre Gustavo, remarcando que “esto que veníamos haciendo lo repetimos con las celebraciones propiamente dichas de la Semana Santa”.

Transmisión en Facebook.

Hoy la tecnología permite la cercanía entre personas, pero lejos está de reemplazar el contacto. Por estos días las relaciones son a distancia, “que no es la manera como el ser humano se relaciona”, explica el sacerdote y profundiza: “necesitamos vernos, escucharnos, tocarnos. Nuestra naturaleza casi que nos exige en encuentro con el otro cara a cara, sentidos con sentidos”.

Más allá de los cambios a los que obliga la cuarentena, sigue siendo igual la tarea espiritual de los sacerdotes de Villa Minetti, que cada día celebran la misa y la transmiten a través de las redes sociales. En este caso con la particularidad de que del otro lado de la pantalla suele haber “más gente que con la que habitualmente uno celebra un día de semana en el templo. Porque se sumaban no sólo gente de nuestras comunidades sino de otras parroquias”.

“Nuestras celebraciones las hacemos en nuestra capillita que tenemos dentro de casa dónde nosotros rezamos todos los días. Lo hacemos ahí porque es dónde nos llega el wifi, esencial en estos tiempos”, detalla Gustavo, dando muestra del significado que tiene hoy Internet para poder llevar a cabo las tareas.

Templo vacío

La quietud y el silencio del templo grafican el momento. Sin celebraciones ni fieles, el edificio es una muestra de que las tradicionales actividades religiosas son nulas. Lo que no deja de ser un resumen triste de un mundo puertas adentro.

“La verdad que es triste, especialmente en estas celebraciones de Pascuas, ver el templo vacío y cerrado. Además de no poder hacer las actividades al aire libre, como cada viernes Santo el Vía Crucis”, se lamenta y consuela: “el bien que saldrá de esto es mayor”.

Cuarentena y después

La cuarentena obliga a quedarse en casa, y al mismo tiempo obliga a pensar en lo que vendrá. La incertidumbre hacia el futuro es latente, y la única certeza es que muchas de las cosas serán diferentes.

Como observador de la comunidad, el padre Gustavo señala: “la sensación es que la mayoría de la gente tomó conciencia de lo que estaba en juego. Algunos por temor, otros por responsabilidad, otros por obligación, pero creo que aceptaron y cumplieron bastante bien la cuarentena. Pero al mismo tiempo hay cómo una atmósfera de preocupación e incertidumbre, tanto por la enfermedad del coronavirus, como por la situación económica”.

Después de la pandemia, “no todo va a ser igual”, asegura. Y como hombre de fe se permite ver oportunidades: “creo que en los momentos difíciles, uno tiene que crecer, aprender, transformar. Si sabemos aprovechar este momento de prueba, las cosas no tendrían que quedar igual que antes. Tanto a nivel mundial y las relaciones entre países, la economía, el cuidado del medio ambiente, por nombrar sólo algunas cosas; como a nivel más personal y nuestra escala de valores o los más simples gestos de amor que a veces no nos animamos a transmitir a los que más queremos y que hoy echamos de menos”.

El templo de Villa Minetti.

La certeza también está en saber que todo llevará tiempo. Y reprogramar actividades previstas será una tarea habitual por estos días de aislamiento, que probablemente se prolongue de acuerdo al avance del coronavirus.

Desde la propia Parroquia local ya piensan en que “muchas de las actividades previstas para la primera mitad del año, lo más probable es que tengamos que suspenderlas”.

“Va a ser un año distinto, extraño. Como para todos”, resume.

Mensaje de Semana Santa

El contexto mundial encuentra en un momento especial a los fieles de la Iglesia Católica. La Semana Santa es (o era, hasta este 2020) un motivo obligado de reunión. Pero por primera vez este año se celebra a la distancia.

Por eso como una señal de esperanza el sacerdote dice: “el mensaje para la comunidad es la persona misma de Jesucristo. Él es nuestra esperanza, porque venció al pecado y a la muerte con su propia muerte y nos regaló una vida para siempre. Con Jesús siempre la vida es más fuerte que la muerte, el amor más fuerte que el odio, y la comunión más fuerte que cualquier individualismo. Es por eso que los animo a abrir los corazones a Jesús Resucitado. Su persona es la certeza de que todo terminará bien”.

Por estos días de pandemia amenazante, el principal pecado es no hacer el esfuerzo por cuidarnos. Cuidarnos que significa respetar la cuarentena. Cuarentena que es sinónimo de quedarse en casa. Y tener fe, que es lo último que se pierde.

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