Una Argentina Cooperativa

Por Nahum Mirad

Vocal del Directorio del INAES – Ministerio de Desarrollo Productivo.

La pandemia de Coronavirus nos plantea como humanidad enormes desafíos. Entre otras cuestiones porque nos requiere una acción especial para afrontar el aislamiento de las personas y todo lo que eso implica en cuanto al acceso a servicios, la producción, el trabajo y el consumo. Pero también implica un enorme esfuerzo sanitario. Estos desafíos se montan sobre un mundo basado en relaciones de desigualdad, concentración económica, diferencias notorias en el acceso a la salud, educación, etc.

Hoy las cooperativas y mutuales ven profundizado el rol histórico que asumen a partir de la autogestión democrática de la economía: el de organizar la producción, el consumo y generar servicios incorporando e integrando a todas aquellas personas que la concentración económica tiende a expulsar. Hablamos acá de millones de trabajadoras y trabajadores, de pequeñas y medianas empresas del campo y la ciudad, de profesionales, etc.



En este sentido, no es casual que prácticamente se duplicase el pedido de registros de nuevas entidades en INAES durante el 2020 con respecto al año anterior. Esto habla de formatos asociativos que crecen y se despliegan en momentos de crisis. Es notoria la ya consabida capacidad resiliente de estas organizaciones de la cual hay numerosos ejemplos en la historia mundial y en particular la de nuestro país (las empresas recuperadas es uno de ellos).

También es importante entender que los derivados de la situación de pandemia -en nuestro país se sumaron a cuatro años de políticas públicas nacionales que lejos de priorizar la producción y el trabajo, desplazaron estas cuestiones de su agenda- afectan de manera negativa a las organizaciones de la economía social y solidaria como al resto de la comunidad.

Hoy es muy amplia la agenda que se va desplegando desde el Estado Nacional para modificar esta realidad, ya sea simplificando trámites (desde INAES venimos haciendo transformaciones muy notorias en ese sentido) como readecuando normativas para el acceso a líneas de apoyo, financiamiento, etc.

Hoy es insoslayable, para el Estado Nacional, que estas organizaciones son parte fundamental de las políticas productivas. La mención de cooperativas en la agenda temprana del inicio de gestión de Alberto Fernández, la incorporación del INAES al Ministerio de Desarrollo Productivo y el conjunto de políticas que se fueron derivando y que aún se están presentando e instrumentando en este sentido, marcan claramente esta visión.

La pandemia y la situación de crisis que genera va a implicar que, como Pueblo, tengamos que generar estrategias de base solidaria para abordar temas como el desempleo, el sobreendeudamiento de las familias, el acceso al crédito productivo, el acceso a la salud, etc. Vale decir, algunas de las consecuencias de la pandemia. Todas instancias donde las cooperativas y mutuales tienen innegable trayectoria, experiencia y propuestas. Más aún, dependemos de estas estrategias para que el impacto de la crisis sea el menor posible. Desde el Gobierno Nacional hay toda una agenda sobre el tema que desde el INAES se articula.



Pero no se trata solo de organizaciones capaces de “reducción de daños”, la apuesta es que el arraigo, la trayectoria y la experiencia mutual y cooperativa sean pilares de un modelo productivo diversificado, integrado, basado en el asociativismo y con alta incidencia en las economías locales y regionales y con fuerte proyección al comercio exterior. Hablamos de millones de personas y miles de unidades productivas interviniendo en numerosas cadenas de valor y en ecosistemas productivos de manera sistemática y estratégica. Hablamos también de un Estado presente, apalancando, promoviendo, coordinando y estimulando esos procesos.

Las organizaciones de la economía social y solidaria son un espacio esencial para motorizar la producción, el trabajo y la accesibilidad a los servicios desde las experiencias locales y regionales hasta niveles de integración más amplios de alcance nacional e incluso con proyección hacia el comercio exterior. Todo esto con una enorme capacidad de articular pequeñas unidades productivas y trabajadores/as en su actividad, en una concepción integral de una economía al servicio del desarrollo de las personas.

Este tejido productivo asociativo, que actúa como sistema con diferentes niveles de integración, posibilita que los esfuerzos comunitarios se consoliden en un capital social capaz de impulsar la economía, evitando los procesos de concentración, de extranjerización y la fuga de divisas. Por otra parte, como ya mencionamos, la autogestión cooperativa tiene la capacidad de implementar proyectos productivos donde la integración de personas a la economía formal y desde allí a implementar estrategias de consolidación.



Para los asociados/as y dirigentes del movimiento solidario en Argentina, hoy más que nunca es importante asimilar que asistimos a una transformación profunda sobre la política pública orientada a mutuales y cooperativas, sin dudas catalizada por la pandemia e impulsada por el trabajo de años de la militancia y acción mutual y cooperativa.

Las organizaciones cooperativas y mutuales, con su enorme iniciativa y capacidad de innovación e integración, se están moviendo ante una situación en la que nunca estuvimos antes generando e impulsando proyectos: reconversiones en sus actividades, foco en producción y aprovisionamiento de agroalimentos, incorporación tecnológica, ampliación de servicios, asistencia en salud, créditos, etc. ante los efectos de la pandemia, etc.

Este día Internacional del Cooperativismo de 2021 encuentra al movimiento de nuestro país con enormes desafíos, movilizado y ante profundas transformaciones en políticas públicas.

La vasta experiencia y su capacidad de dar respuesta a las necesidades actuales, y que a su vez esto se articule con un Estado que entiende el rol fundamental del asociativismo, abre sin dudas un momento donde el protagonismo de estas organizaciones comienza a ser notorio. Necesitamos mayor integración, diálogo, articulación y la profunda convicción de que el asociativismo y la solidaridad son una respuesta profunda a los desafíos del momento.

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